domingo, 15 de febrero de 2015

La pérdida

Hay ciertos momentos en la vida que nos provocan tal sacudida que nos pueden llevar a entrar en una profunda crisis, Y, usualmente, estas situaciones se suelen producir cuando hay una pérdida. La pérdida puede ser de un ser querido, de una relación, de un trabajo, de la vivienda, etc. En esos difíciles momentos debemos darnos permiso para sentirnos mal, es un período de aceptación de la situación y de tránsito hacia una nueva realidad, debemos respetar nuestro dolor y cuidarnos de la mejor manera posible.

Hay que decir también, que probablemente ya no volveremos a ser los mismos. Las experiencias que vivimos nos cambian lo más profundo de nuestras estructuras cerebrales, y más cuando estas experiencias de pérdida se refieren a personas o situaciones que representan verdaderos puntales en nuestra vida. En este estado quizás uno necesite estar solo, dedicar un tiempo a recordar y a reflexionar sobre lo sucedido, y las demás personas que están alrededor deben permitir a la persona el espacio y el tiempo necesarios.

Este período de transición, de duelo, es sano y necesario pasar por él. Nuestras estructuras cerebrales y mentales tienen que reorganizarse para poder encontrar de nuevo el sentido de nuestra vida y poder seguir adelante. Muchas veces suele ocurrir que después de una pérdida, con el tiempo, podemos darnos cuenta que nuestro sistema de creencias y que nuestra escala de valores ha cambiado. Cosas que antes eran importantes para nosotros quizás ahora ya no lo son tanto y otras que ocupaban un rango inferior en la escala ahora ocupan un lugar destacado. Algunos, a esto, lo llamamos madurar.

El ser humano, y más concretamente la mente humana, parece como si no estuviera preparada para la pérdida. Casi siempre que ésta ocurre se produce un caos que nos sume en el aturdimiento y en el dolor. Afortunadamente, la mente tiene sus mecanismos de defensa y, con el tiempo se irá produciendo una adaptación, un acostumbramiento al vacío dejado por la pérdida, y, si todo va bien, a la superación del trauma. 




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