miércoles, 15 de octubre de 2014

Cerrando círculos

Tenemos la enorme suerte de disfrutar de ese fantástico milagro que es la vida. Pero ese gran regalo vendrá envuelto, con toda seguridad, con momentos y situaciones que nos pondrán a prueba, que enturbiarán eso tan maravilloso que es la existencia. Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si nos resistimos a la evidencia, es seguro que habrá desgaste y mucho sufrimiento.

El tiempo pasa de manera inexorable, y, tal como dijo Heráclito hace ya muchos siglos, ¨la única cosa constante en la vida es el cambio¨. Es importante tomar conciencia de lo transitorio y efímero de todo, de las situaciones, de las personas,...Hay que aprender a disfrutar de los momentos buenos y de las personas mientras están con nosotros, y cuando una situación cambia o una persona desaparece de nuestro lado, entender que eso, precisamente, forma parte de la vida.

No podemos estar en el presente añorando el pasado, lo que pasó, pasó, y hay que desprenderse de ello, hay que soltarlo. Dijo un sabio que nada ni nadie es imprescindible, aunque nos lo parezca. Lo que ocurre es que nos habituamos, nos acomodamos a una situación, a un entorno, a una persona...

¿Se terminó nuestra relación?, ¿Nos echaron del trabajo?, ¿Debemos cambiarnos de casa?, Podemos dedicarle mucho tiempo a buscar los porqués, a rebobinar y darle vueltas al asunto una y otra vez, pero al final la realidad se impone y deberemos mover ficha si no queremos quedar atrapados en un círculo sin fin. También es cierto que cada persona tiene su ritmo, y debemos respetarnos y darnos tiempo para recomponernos, para digerir esas pruebas a que nos somete la vida y afrontar la nueva situación. El duelo siempre es sano y necesario.

Nosotros ya no somos los mismos que hace unos meses, ni tan solo unos días, las cosas cambian. La vida ocurre ahora y poner nuestra atención y energía en el pasado no es la mejor solución. Hay una tarea que utilizamos los psicólogos estratégicos que consiste en que el cliente debe hacer un ritual que simboliza, precisamente, el final de una etapa, cerrar un ciclo, desprenderse de lo viejo, de lo que ya no funciona y abrirse a la vida, a lo nuevo...

Quizás la esencia de la madurez humana sea precisamente eso, el aceptar que la vida tiene sus normas y que el cambio es esencial en ella. Aprender a vivir en la incertidumbre y a dejar preguntas sin respuesta, y tener la humildad de aceptar que al final no sabemos nada.