lunes, 18 de noviembre de 2013

El origen del sufrimiento

Una de las cosas que más quietud mental me aporta es la fotografía. Mientras observo qué encuadre tomar o qué composición encuentro más sugerente, mi mente se concentra en la luz y el color sin dejar apenas espacio para los pensamientos errantes.

Es importante encontrar un espacio o una afición que nos lleve a un estado de quietud mental, ya que es ahí donde podemos percibir la paz. Hay que decir también que hay otras maneras de llegar a ese estado, como el yoga, la escalada, hacer mandalas, bailar, etc., cada uno debe encontrar el suyo.

Desde hace miles de años los budistas saben de la importancia de ese silencio, dos mil quinientos años atrás Buda dijo que el pensamiento es el origen del sufrimiento, sin pensamiento no hay sufrimiento.

Con todo lo dicho hasta ahora parece que lo que quiero decir es que hay que procurar en no pensar a toda costa, pero esto hay que matizarlo. La mente es una herramienta extraordinaria cuando se usa de forma controlada, hacia un fin. El problema surge cuando aparecen pensamientos que se vuelven circulares, que en un inicio son caprichosos, casi inocuos, para terminar siendo el combustible que alimenta nuestro sufrimiento.

A menudo pensamos que nuestra desdicha es debida a factores externos, por culpa de las circunstancias, de los demás, de la vida...Pero el principal motivo de nuestra infelicidad somos nosotros, nuestra mente.

La mente debería ser como una herramienta que utilizamos cuando la necesitamos, no como un caballo desbocado que nos puede derribar en cualquier momento y en cualquier lugar.