jueves, 11 de septiembre de 2014

La paz interior

Los humanos hemos llegado a un momento tecnológico tan avanzado, que la comunicación entre nosotros se puede dar, y de hecho se da, prácticamente en cualquier lugar, y por más alejados que nos encontremos los unos de los otros. Lo paradójico del caso es que quizás nunca antes había habido tanta gente viviendo sola y también en soledad, al menos en nuestra sociedad occidental.

Hay culturas en el mundo, donde el individuo vive toda su existencia entre los suyos, y jamás es apartado del resto del grupo. Hay sociedades en que las personas siguen permaneciendo bajo el mismo techo incluso cuando ya han fallecido. Evidentemente en la nuestra, en la que nos ha tocado vivir, las costumbres que tenemos al respecto se encuentran totalmente en el otro extremo, para bien y para mal. Pero no es mi intención entrar en que comportamiento sociofamiliar es mejor y moralmente más adecuado, esto no es algo que me corresponde a mi decirlo.

 Sobre lo que sí quiero decir algo es en lo referente al equilibrio emocional, ahí reside en buena medida, a mi modo de ver, el secreto del asunto. Independientemente de que, por circunstancias de la vida, nos haya tocado vivir solos o en compañía, lo crucial, lo más importante, es que vivamos en paz con nosotros mismos. Como alguien dijo una vez, ¨contigo es con quien vas a estar el resto de tu vida¨.

Se hace necesario aclarar que estar solo y estar en soledad son cosas bien distintas. Estar solo es una condición, una circunstancia escogida o no, y estar en soledad es un sentimiento. Uno puede estar rodeado de gente y sentirse solo, y otra persona puede estar sola, vivir alejada física y tecnológicamente de los demás, y no tener para nada ese sentimiento de vacío existencial, de soledad...

Para poder vivir en equilibrio, uno tiene que aprender a reconciliarse con el mundo, pero principalmente consigo mismo y, cierto es, que esa no es tarea fácil. Disfrutar de una paz interior aceptable, y por tanto sin ese sentimiento de soledad que tanta infelicidad produce, se requiere cierta dedicación y constancia a lo largo del tiempo.

Podríamos comparar nuestra mente a un jardín. Si le prestamos la atención necesaria y lo cuidamos suficientemente acabará floreciendo y dándonos sus frutos. Pero no podemos bajar la guardia, las ramas rotas que ocasionan las tormentas de la vida y las malas hierbas siempre van a estar ahí. Es nuestra responsabilidad mantener bello y en orden nuestro jardín interior, para que nos dé una buena calidad de vida, y también se la podamos dar a los demás!